Estoy muy agradecido con Dios por las diversas formas como Él está usando nuestras vidas a pesar de algunos momentos difíciles, como lo fue la muerte de mi padre hace algunos meses. Nuestra confianza es que un día podremos reunir nuevamente con él en la presencia de nuestro Señor. Ciertamente esta prueba ha sido muy dura tanto para mí como familia, pero conforme pasa el tiempo podemos descubrir nuevas lecciones de parte de nuestro Dios con respecto a Su fidelidad aún en los tiempos de dolor. Por otra parte el ministerio en Honduras continúa expandiéndose en este país. El capacitar a nuevos líderes para que se hagan cargo de la supervisión pastoral en las congregaciones por lo pronto ha sido una prioridad. Otro aspecto que ha provocado algunas demandas de tiempo y planeación ha sido la venida de diversos grupos de trabajo de los Estados Unidos, los cuales han apoyado diversos proyectos de construcción, primordialmente para el edificio en El Renuevo. También Dios nos ha estado dando oportunidades de compartir el mensaje de salvación con algunas personas en estas últimas semanas. Alabo a Dios porque tres personas han comprendido el plan de salvación y han aceptado a Cristo como su único y suficiente salvador. Joel es un joven que vive en Guinope, y eventualmente vista la congregación en Casitas. Le fui a visitar a su casa y luego de leer varios pasajes que explican la importancia de creer en el sacrificio redentor de Jesucristo, este joven decidió aceptar a Cristo como su salvador. Fue interesante el enterarme que desde hace algún tiempo ya había escuchado nuestros programas a través de una emisora local. Le obsequié una Biblia y varios Cd’s para que comience a crecer en su vida espiritual.
Por algunos años Graciela, quien vive en Tegucigalpita, mostró cierto grado de molestia al saber que mi hermano Ernesto y yo estábamos iniciando una iglesia en el pueblo en donde ella vive. La devoción por sus tradiciones le hacía rechazar contundentemente la idea de que hubiera una iglesia bíblica en la comunidad en donde vive. Sin embargo, Dios estaba tratando con su vida a través de nuestros programas, los cuales eran transmitidos en una emisora local. Luego de escuchar la enseñanza bíblica a través de la radio, llegó a un punto en donde se dio cuenta que era imposible continuar su vida sin establecer una relación personal con Dios a través de la persona de Jesucristo. Luego de escuchar un programa de El Camino de la Vida, sintió la necesidad de abrir su corazón a Cristo.
Al siguiente domingo decidió visitar la iglesia en Tegucigalpita, y conforme la congregación se preparaba para participar de la Santa Cena, Graciela se levantó de su asiento y compartió ante todos los hermanos su deseo y decisión de tener a Cristo como su único salvador.